CAMINANDO ENTRE HISTORIAS: FERNANDO DOBLAS

La historia del Colegio es la historia de todas las personas que lo han formado. Algunos han pasado más de la mitad de su vida en este proyecto, y esta sección pretende conseguir conocerlos de una manera más cercana. Nos proponemos pasear con ellos durante un par de horas por el colegio para que nos cuenten todo lo que han vivido a lo largo de este tiempo con respecto al Colegio y con respecto a sí mismos.

Mirando qué han conseguido los exalumnos del Colegio Amorós en sus trayectorias profesionales, podemos ver que algunos han alcanzado cotas muy altas. Hemos conocido escritores, presentadores de televisión, periodistas… Si dijéramos que nuestros estudiantes han llegado casi hasta las nubes, no estaríamos equivocados. En efecto, Fernando Doblas, exalumno nuestro, ha sido director de comunicación de la Agencia Espacial Europea.

Fernando Doblas es un carabanchelero más. «Del Bajo» aclara. Cuenta que, como tantos otros, tras acabar la Educación Básica, tenía tres opciones: «Santa Rita, San Viator y los marias». Será este término, el de los marias, el que use para referirse a nuestro colegio durante todo el paseo.

Este trotamundos salió del barrio para irse lejos. Ha vivido en lugares tan variopintos como París, Guayana o Versalles, y los viajes han sido para él su pan de cada día. «Es un trabajo que implica viajar mucho», explica. «Cuando estaba en Guayana, cruzaba el Atlántico 3 veces al mes por lo menos». Estos viajes en aviones transoceánicos se oponen a su infancia, en la que a clase venía corriendo «aunque fuera cuesta arriba». Su atención ahora está fija en una ciudad más cercana: Sevilla.

La carrera de Fernando es la de un cambio continuo. A sus distintos países de residencia se les debe añadir el del campo de estudio: desde alguien que trabaja en lo nuclear pasó a convertirse en «un trabajador más» de la ESA; donde acabaría haciendo carrera, curiosidades del destino, en el departamento de la comunicación. Él valora como hecho diferencial el conocer el campo por dentro, y afirma haber aprendido mucho de ello.

Fernando habla con soltura de los beneficios del espacio mientras paseamos por delante de los huertos («en mi época no estaban», recuerda). «El espacio es el presente y el futuro», explica nuestro exalumno a la vez que valora que tengamos un ministro que conozca el campo desde cerca: España ha aumentado su contribución a esta agencia.

Los 5 000 millones de dólares que maneja la Agencia como presupuesto hicieron que la crisis la enfocasen de distinta forma al resto de empresas. «Es, al fin y al cabo, un campo muy rentable. Un satélite destinado a las telecomunicaciones ofrece un retorno económico de 30 euros por cada euro invertido; pero es que uno de investigación la ofrece de 10 a 1». Los datos los controla con soltura, pues todos los cita de memoria.

Paseando delante de la línea del tiempo del Colegio, nos encontramos con un cartel en la que aparecen imágenes de la llegada del hombre a la luna. Ahora, Fernando conoce al detalle las misiones que salen de nuestro planeta con pelos y señales, pero reconoce que al recordar ese evento «nunca imaginó que pudiera acabar trabajando en ello».

Fernando cuando cursaba 4º de Bachiller (1971)
Los ocho años que Fernando pasó en nuestro colegio (de 1966 a 1974, año en el que terminó COU) los recuerda, sobre todo, por la calidad del profesorado. Habla con ilusión de Moisés Ruano, «el profesor que más marca dejó». En su discurso citará con cariño a don Julián, presente para la inauguración del jardín literario.

20 años sin pasar por nuestro colegio dan para mucho. Recuerda aún la antigua piscina, que era el centro del barrio en los veranos, o el antiguo campo de fútbol en el terreno que ocupan hoy las canchas rojas. Él, que estuvo en casi todas las categorías del fútbol del colegio, nunca pudo ir a ninguna olimpiada, aunque se acuerda de las de Vitoria. «No sé por qué no fui».
Foto de Fernando en 6º de Bachiller (1973)






Por allí cerca recuerda el teatro. «Abajo teníamos nuestras cosas de los Scouts». El orgullo scout forma parte de un Fernando que identifica el puesto que los scouts de hoy están montando para las fiestas del Colegio y rememora esta etapa con cariño. En los scouts conoció a la que sería su mujer.

Pasar por el rincón de la memoria le hace recordar cómo eran los antiguos pupitres, de tabla inclinada, opuestas a las actuales. Ve las fotos con cariño, intentando reconocer profesores. Recuerda que en su época, las torres eran inaccesibles «porque había internos» y se sorprende con la decoración de los pasillos.
Nuestro paseo acaba en el reciente jardín literario. Fernando ha venido invitado para inaugurarlo, y ha traído una serie de regalos para guardar en la cápsula del tiempo. Un emotivo discurso sobre su experiencia en «los marias» sirve para demostrar que el cariño que le tiene al colegio es sincero, que no inventa nada. Ironías de la vida, en él cita una frase de Max Aub que en su día citó Leoncio: «Uno es del lugar en el que hace el Bachillerato».


Marcos Payo.
Antiguo alumno del Colegio Amorós


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