CUENTAN LOS EDUCADORES
Muchas
cosas se pueden decir del educador, desde las más excelsas y elevadas hasta las
más ruines y desesperanzadas. Sin embargo, en sus manos están confiadas las
vidas de hijos e hijas de cualquier familia del mundo. El educador cuenta
decisivamente en su vida. Desde la más tierna infancia, desde sus primeros
juegos y palabras, desde sus inicios en el asombroso y doloroso descubrimiento
de qué es el mundo y qué hay en él. El educador cuenta, en tanto que marca y
deja huella. Y no cabe la posibilidad de no hacerlo, pasar como si tal cosa,
porque el niño o la joven quedarán para siempre orientados por este encuentro.
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| Acto de inauguración 75 cuentan (4 de octubre. Salón de actos) |
El
educador, entienda como entienda la educación, la enseñanza o el colegio,
entabla siempre un vínculo con otra persona, todavía en pañales en infinidad de
asuntos esenciales, sin que ésta haya encaminado decididamente sus pasos hacia
ningún sitio concreto. Es el tiempo del exponencial aprendizaje, de la apertura
más radical que probablemente vivamos como personas. Y en este tiempo, como si
tal cosa, se presenta una maestra, una profesora y te cuenta cosas. Por esta
razón tan sobrecogedora, con esta intuición tan poderosa, la Compañía de María
abre sus colegios y acoge a muchos educadores en su seno, con la intención de
que compartan su ideal de persona nueva capaz de transformar la sociedad de su
momento.
Contar,
en todos los sentidos. Contar es pasar lista, preocupándose por quien no está y
debería estar, y saber mirar a quienes están y cómo están. Contar es mirar, de
algún modo, pasando del número a la persona y no a la inversa. Todo alumno es,
de primeras, un desconocido, como también el educador lo es para el muchacho.
Contar aquello que nos apasionó en su momento, por lo que decidimos hacernos
maestros y profesores, con la esperanza de hacer vibrar y abrir nuevos mundos a
quienes todavía muchas veces desconocen lo más cercano y se ignoran a sí
mismos. Contar nuestras historias y recuerdos, deseando invertir el refrán
según el cual nadie aprende en barba ajena. Contar para sumar, para incrementar
sus conocimientos. Porque saber nos sitúa en el mundo, porque la verdad hace
libres, porque la cultura refina nuestra propia humanidad y la singulariza
dándole la posibilidad de encontrarse en una situación y saber qué hacer con
ella. Contar, y no pocas veces, la puntuación de una prueba para que el alumno
reciba una buena calificación, pensando más en su vida que en el mérito.
Recontar de nuevo, al día siguiente, empezando una y otra hora más algo que
tenemos por simple y no lo es, y aprender así a decirlo cada vez mejor.
Recontar para aprender nosotros mismos. Aprender lo que enseñamos, aprender
también qué es eso que decimos cuando nos llamamos, no siempre con el mismo
tono, educadores. Contar a nuestros compañeros en el claustro cómo nos va, cómo
vivimos, creando lazos y familia. Contar para enseñarnos. Porque al final toda
palabra revela, y aún más potente es en este sentido nuestra acción y nuestros
actos, quiénes somos, quiénes queremos ser.
José Fernando Juan Santos. Profesor de Bachillerato del Colegio Amorós










