¿QUÉ ES EL BALONCESTO?

Hace ya un par de semanas que una compañera de Amorós me comentó la posibilidad de escribir estas palabras como motivo del 75 Aniversario del colegio. La propuesta era sencilla: tenía que hablar sobre qué significa el deporte en categorías de formación: el deporte escolar. Y, claro, como todo en esta vida, no hay nada mejor que mirarse a uno mismo en el espejo para saber qué se piensa al respecto de cualquier tema. 
Equipo Junior femenino, año 2015

Así que estuve pensando durante toda la tarde en qué es el baloncesto para mí, qué significa para mí poder jugar y entrenar a las nuevas generaciones. De primeras uno podría decir simplemente que es un deporte o un hobby. “Salgo de trabajar, voy a las canchas, disfruto un rato, desfogo, enseño, aprendo y tiro un par de veces a canasta, para no perder la práctica”. 

Pero, en verdad, esta forma que ahora tengo de ver el baloncesto es fruto de unos cuantos años viviéndolo desde dentro. Entonces pensé en qué había sido el baloncesto para mí desde que empecé a practicarlo y, por ende, qué es el baloncesto para todos aquellos niños y niñas que tenemos en la sección con este o con cualquier otro deporte de equipo. Vayamos por partes: 
¿Qué es el baloncesto? El baloncesto es llegar tu primer día a una cancha con ocho añitos y conocer a los que van a ser tus compañeros durante muchos años. Es tener nervios e ilusión y correr detrás del balón sin mirar si estás dentro o fuera del campo, y lanzar lo más fuerte que puedas, aunque aún no llegues al aro. Es alegría, curiosidad, despreocupación. 


Sin embargo, el baloncesto también es tener doce o catorce años y sudar cada entrenamiento; esforzarse, aprender. Es tomar conciencia de que un equipo es como una familia; que somos uno.
Partido de padres contra hijos del infantil masculino, año 2017
Que si falla uno, fallan todos. Y que cada miembro del equipo tiene que apoyar a sus compañeros. Es hacer malabares con los horarios para cuadrar los entrenamientos con la semana de exámenes; es saber que te has comprometido con un entrenador y un equipo del que eres parte importante; y es llegar tarde a más de un cumpleaños porque sabes que tienes que entrenar,
que debes entrenar. Pero también es acabar el entrenamiento de un viernes y quedarse en el parque un ratito más, comiendo unas chuches con tus compañeros y hablando de cualquier cosa. 

Poco más tarde, el baloncesto es tener dieciséis o dieciocho años y sentir la pasión. Es disfrutar del deporte e ir a por cada balón como si fuera el último, y pensar en el partido del domingo durante toda la semana. Es sentir que la grada te alienta, y que los niños y niñas que acaban de empezar te miran con admiración e intentan imitar tus movimientos. Es sentirte en el pabellón como en casa; poder entrar, conocer y saludar a todos, hablar con unos y otros… y ver en cada compañero a un hermano. Saber de memoria cómo juega. Dónde va a ir, cuando va a tirar… porque lo conoces de sobra dentro de la cancha; pero también fuera de ella, porque ya no es solo un compañero… sin saber muy bien cómo, los compañeros se convirtieron en amigos. 
 
Por último, el baloncesto es levantarte un día con veinticinco años, o con treinta, o con cincuenta, y sentir ese gusanillo, esas ganas de coger el balón y bajar a la cancha a echar unos tiros. Pero no son ganas de hacerlo solo. Así que llamas a uno de tus amigos, de esos antiguos compañeros de equipo, y juegas. Ya sin tanta intensidad, sin tanta seriedad; solo para divertirte. Es acabar de jugar e irte con tu amigo a la terraza más cercana y tomarte algo; y hablar. Cada uno sentado en una silla, y el balón puesto en otra, como uno más. Y sin darte cuenta piensas que gracias a un balón como ese, un día a los ocho años conociste al amigo que tienes delante. Gracias a ese balón permaneciste junto a él los viernes por la tarde con catorce años y las noches de diversión postpartido con dieciocho. Y gracias a ese simple balón, ya son casi veinte años disfrutando de tan grata compañía. 

Olimpiadas  Marianistas de Cádiz 2017
Definitivamente, no es solo baloncesto; no es solo un deporte. Es compromiso, y amistad. Es aprender a jugar con compañeros, a entender a otros, a quererlos y a saber que se pueden tener diferencias con alguien, pero que se deben solucionar hablando. El deporte de equipo son valores.  Es lidiar con la severidad de un entrenador o entrenadora que más de un día te hará correcciones a gritos, y acabar reconociendo en él o ella a un auténtico maestro que grita porque quiere que aprendas. Baloncesto también es aprender a ganar con nobleza, y a perder con orgullo; es manejar la frustración de esforzarte y que el trabajo no dé sus frutos, es reconocer cuándo se podría haber hecho más, y es saltar de alegría cuando consigues una victoria muy ansiada. 

Tras todo lo anterior, podemos decir que el baloncesto, y cualquier otro deporte de equipo, es un espejo de la vida. Pequeños ejemplos del día a día; todo lo que pasa en una cancha puede ayudar a entender lo que ocurre fuera de ella.  
Por ello me siento orgulloso de ser parte del deporte, y, por supuesto, parte de Amorós; parte de estos valores. Y animo a todos aquellos niños y niñas indecisos a dar el primer paso hacia una nueva aventura, una nueva experiencia, una nueva familia.  

1,2,3… ¡AMORÓS! 
Sección de baloncesto, año 2018


Samuel Torregrosa Martín. 
Profesor de Secundaria y entrenador de baloncesto Amorós.

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